Todas enfrentamos desafíos y dificultades, no hay forma de escapar de los tiempos difíciles, del dolor o del desánimo. Y cuando éstos llegan a nuestra vida o a la de nuestros seres queridos, nos preguntamos dónde está Dios y por qué no responde pronto; por qué no nos quita el sufrimiento, pensamos que lo que está pasando es injusto, que Dios no nos cuida, que no nos escucha. Si somos honestas, luchamos con el silencio de Dios en oración, o algunas cedemos al ataque a nuestra fe.
Si bien no podemos dar una razón por la cual estamos pasando por situaciones dolorosas, injustas o que nos derrumban, sí podemos darnos cuenta de que, en nuestro miedo, ansiedad y coraje, nos frustramos y llenamos de desilusión; dejando de confiar, olvidando que Dios nos sostiene en cada momento. Las bendiciones están ahí, a pesar de que nos obstinemos en negarlas. De acuerdo a las escrituras, el Rey David atravesaba por un periodo de desaliento, sin embargo, sabía que debía poner su esperanza en Dios.
¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¿Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios!
Salmos 42:11 NTV
La Biblia nos menciona ejemplos de grandes hombres y mujeres que sufrieron esta experiencia de desconcierto, desesperación y miedo. Sin embargo, se aferraron a su fe, permanecieron fieles, confiaron en que Dios los salvaría, tenían esperanza aun cuando no recibieron la explicación o motivo por el cuál pasaron por sufrimientos.
“Yo, por mi parte, reconoceré que en tu mano derecha está la salvación”
Job 40:14
Así que no podemos pretender que la vida es fácil, que no vamos a vivir periodos en los que nos encontremos entre el dolor, la impotencia, la desilusión y la desesperación; eso perjudicaría nuestra vida espiritual. Si nos frustramos y buscamos respuestas lógicas en lugar de pedirle a Dios que nos dirija, no aumentará nuestra fe ni permitiremos que Dios siga trabajando en nosotras. Ya que no podemos escuchar a Dios físicamente, es importante que confiemos en que Dios nos escucha:
“Bendito el hombre que confía en el Señor y cuya confianza es el Señor. Será como un árbol plantado junto a las aguas y que extiende sus raíces a la corriente. No temerá cuando venga el calor, sino que sus hojas estarán verdes. En el año de sequía no se inquietará ni dejará de dar fruto.”
Jeremías 17:7-8 RVA
Cuando los tiempos de oscuridad nos impiden ver la luz; cuando el duelo, dolor y adversidad nos sobrepasan, debemos recordar la palabra de Jesús “Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33 RVC
¿Por qué no aferrarnos a nuestra fe, en lugar de dejarnos llevar por nuestras emociones? Dios es el único que nos libera y consuela, aunque nuestra percepción sea diferente. Puede que Dios esté en silencio, pero está en control. ¡Dios siempre está trabajando y nos ama, nos sostiene; ha bendecido y seguirá bendiciendo a muchos! Aunque no tengamos explicación para lo que estemos enfrentando, podemos poner nuestra esperanza en Sus promesas.
“Ustedes quédense quietos, que el Señor presentará batalla por ustedes.”
Éxodo 14:14 NVI
¡Que el amor inagotable de Dios sea tu compañía!
Con cariño,
Maritza Hernández
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