Recordando Con Amor A Los Que Han Partido

¿Recuerdas las cualidades de las personas que te han dejado huella y formado parte de tu historia? Todos aquellos que has amado y han partido de este mundo, pero que en su modo de amarte y compartir contigo, dejaron enseñanzas positivas y negativas en ti.

Mi padre era un luchador; amoroso, responsable y respetuoso. Mi hermana sencilla y flexible. Mis abuelitos solidarios y buenos confidentes. Mis tíos protectores y dispuestos a ayudar. Mi cuñado noble y divertido. Pero, como todos los seres humanos, con defectos y errores también.

Sin embargo, hay alguien que fue amor perfecto, sin defectos ni fallas, quien ha dejado y dejará tan profundas enseñanzas no tan solo en ti o en mí, sino en todas las generaciones que formamos y formarán parte de la historia humana. Ese es Jesucristo, nuestro príncipe de paz, salvador y maestro.

Jesús tuvo tanto amor y pasión por ti, por mí, por todos los seres humanos; que murió por nosotros para salvarnos, venció a la muerte y resucitó. Tenía muchas cualidades: era un pacificador, el ejemplo supremo de madurez, nuestro libertador, el autor y consumador de la fe. Además, nos enseñó a...

Amar

“Ama a tu prójimo como a ti mismo” Mateo 22:39

“Lleven una vida de amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros” Efesios 5:2

Orar

“Ora por los que te persiguen” Mateo 5:44

“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre” Mateo 6:9

Perdonar

“Si ustedes perdonan a los otros sus ofensas, también su Padre celestial los perdonará a ustedes.” Mateo 6:14

¡Y no sólo eso, sino que nos prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo!

Yo recuerdo con amor a los que han partido, pero vivo agradeciendo y reconociendo al que está conmigo siempre, ¡al que me acompañará hasta el fin! A El, que murió por mí y me reta día con día a desarrollar amor, generosidad, a vencer mi egoísmo, a tener una relación con Dios.

Y tú, mi amada lectora: ¿Qué cualidades y enseñanzas de Jesús puedes recordar?

Al final, el gran desafío es ser semejantes a Cristo y la batalla para vencer nuestra naturaleza pecaminosa es difícil. ¡Que Dios nos ayude a conseguirlo!!

“Hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios; hasta ser un hombre de plena madurez, hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.” Efesios 4:13 RVA

Que el amor inagotable de Dios sea tu compañía.

Con cariño,

Maritza Hernández