La película “Rescatando al soldado Ryan” se trata del rescate de James Ryan durante la Segunda Guerra Mundial, tiempo en que los cuatro hijos de la familia Ryan van a la guerra y tres de ellos mueren. Entonces, se organizan y despliegan al pelotón del capitán Miller al campo de batalla para salvar al último de los hermanos. En la misión, varias personas terminan lastimadas. Finalmente, la película termina con James Ryan siendo un anciano, llorando ante la tumba del capitán Miller y confesando: “Me esforcé toda la vida para no deshonrar su sacrificio”.... Esta historia es un claro ejemplo de cómo la vida de Ryan estuvo motivada por la #gracia.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Efesios 2:8-9
De la misma forma, hoy podemos decir también nosotros, que fuimos salvados por el inmerecido y costoso #sacrificio del Señor en la #cruz, quién estando libre de pecado ocupó nuestro lugar para regalarnos en Su perfecto #amor la vida eterna, sin importarle el sufrimiento, el precio para lograrlo. A nuestro Dios no le importó nuestra condición pecaminosa, pues la paga del pecado es la muerte, lo dice en Su Palabra.
“El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Filipenses 2:6-8.
Es así que fuimos rescatados, justificados y santificados; nos convertimos en sus hijos amados, su pueblo escogido, sus amigos, pero, además, algo grandioso y tal vez difícil de creer, ¡podemos ser utilizados en Su obra eterna!; que enorme privilegio ¿verdad?....
Por tanto, toda queja, frustración, inconformidad y reproche nace cuando olvidamos el favor de Dios en nuestras vidas, su infinito #amor, su infinita #gracia que es lo único que nos ha sostenido y nos ha permitido llegar hasta donde estamos hoy; y por supuesto, incluso nuestra vida de #fe se puede complicar. Desaparece el verdadero #gozo y sólo nos queda la responsabilidad, el afán en nuestro día a día, perdemos el verdadero sentido de nuestro actuar y dejamos de dar lo que tenemos, porque finalmente todo lo que tenemos es por Su gracia y todo lo que damos es porque de gracia recibimos inmerecidamente.
Nunca olvidemos de donde nos rescató Jesús y el verdadero propósito eterno de nuestras vidas, la razón de nuestro existir; que cuando lleguemos al ocaso de nuestras vidas y se aproxime el momento de partir, nos enorgullezcamos, y sintamos profundo gozo y paz que nuestra vida en el día a día haya sido de verdadera bendición que impactó y transformó vidas para la gloria de Dios, para que entonces, ese sacrificio tan sublime e invaluable en la cruz haya valido la pena.
“Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Filipenses 3:14
Con el amor de Cristo,
Mily Rodríguez M.
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