Voy a contarte una historia real de un #asesino. Hace 20 siglos, años después de la muerte de Cristo, los cristianos eran perseguidos y asesinados por sacerdotes judíos conocidos como el Sanedrín para evitar que su fe se propagara. Niños, ancianos, mujeres… Todos los que declaraban su fe en Jesucristo eran sentenciados a huir, a esconderse y a morir. Debido a esto los cristianos se reunían en lugares secretos; tenían miedo, sí, pero su pasión por Jesús era más fuerte. Hombres y mujeres valientes que no renunciaron a su fe a pesar de la #persecución.
En aquél entonces, había un hombre cuyo nombre era muy temido entre los cristianos. Se decía de él que odiaba tanto a los cristianos que “Respiraba amenazas y muerte contra ellos”, como un toro endemoniado. Este hombre era el perseguidor más encarnizado del cristianismo. ¿Qué le hacíamos los cristianos? Algo que para él merecía la muerte, pues aborrecía nuestra fe y todo lo que ello representaba; estaba en contra de todo lo que él creía, de lo que le habían enseñado. Su primer asesinato fue siendo aún muy joven, fue testigo de cómo apedreaban a Esteban, un hombre fiel que por su fe en Jesucristo y por no querer renunciar a él fue apedreado por su mismo pueblo judío. Y ahí empezó, persiguió a los cristianos por todas partes con el ejército judío a sus órdenes. Su nombre era Saulo de Tarso. No conocía a Jesús, no sabía nada de su ministerio ni de su muerte ni de su resurrección. Pero sabía que los cristianos éramos todo lo contrario a lo que él era.
Saulo se sentía insultado con nuestro mensaje, no por que afirmábamos que Jesús era el Mesías, sino porque le atribuíamos a Jesús el papel de #Salvador. ¡Para él la ley era la que salvaba, no Jesucristo! Tenía que acabar con esto. El Sanedrín lo apoyó y ahora tenían a un importante aliado.
Pero Saulo no contaba con que Dios le veía, cada paso, cada respiro lleno de odio, cada muerte… DIOS LE VEÍA. Saulo se enteró que en las sinagogas de Damasco había cristianos, y pidió al Sanedrín cartas para ir a capturarlos y traerlos presos a Jerusalén. Ese día Saulo tenía un plan pero ese día Dios tenía otro para él.
Hechos 9: 3-5 NTV
Al acercarse a Damasco para cumplir esa misión, una luz del cielo de repente brilló alrededor de él. Saulo cayó al suelo y oyó una voz que le decía:
—¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues?
—¿Quién eres, señor? —preguntó Saulo.
—Yo soy Jesús, ¡a quien tú persigues! —contestó la voz—.
¡¿Cómo era posible?! Le dijeron que él era una mentira, que no era Dios, que todo lo que se decía de él no era verdad… ¡y ahora se lo encuentra… cara a cara! Lo oye, su luz lo ha dejado ciego, y él lleva años persiguiéndolo!!! Y el mismo Jesús sale a su encuentro.
Tal vez tú como Saulo de Tarso llevas años pensando que él es una mentira, que no existe, o que lo odias, que se ha olvidado de ti, que no le interesas y entonces a ti no te interesa él. Pero hoy deseo que escuches su voz decir tu nombre: “¡Saulo! ¡Saulo! ¿Por qué me persigues?” Por qué me odias? Por qué me ignoras? Por qué te alejas? ¿Por qué me das la espalda? Hoy tú tienes la misma oportunidad que tuvo Saulo, puedes escuchar o seguir huyendo.
Después de ese día Saulo no fue el mismo. Dejó de llamarse Saulo de Tarso para convertirse en el apóstol Pablo, el más apasionado predicador del Jesucristo. Pablo abrió las fronteras al mensaje del cristianismo. Su nombre ya no era temido entre los cristianos, su conversión sonó por todo el mundo, ahora su nombre era temido por el Sanedrín, por los sacerdotes principales y hasta por los romanos. Pablo fue lleno del Espíritu Santo y de su poder, y su nombre retumbó por todo el mundo hasta nuestros días. El asesino fue perdonado y nació el apóstol. Todo cambió, el mundo cambió.
¿Quién eres tú? ¿Cuál es tu nombre? ¿Cómo serás recordado? ¿Qué camino escogerás para tu vida? ¿Cómo deseas que tu carácter sea forjado? ¿Serás vergüenza o admiración? ¿Serás a quien Satanás use para destruir a tu familia y a ti mismo, o serás a quien Dios use para restaurarlo todo y tener una vida que valga la pena?
“¡Saulo! ¡Saulo! ¿Por qué me persigues?”
¿Oyes tu nombre?
Este día déjate encontrar por Dios, escucha su voz a través de esta reflexión, solo somos mensajeras de Él: DEJA QUE JESUCRISTO TE SALVE, DEJA QUE JESUCRISTO SEA TU SALVADOR. Él murió y resucitó por ti. Deja que él perdone todos tus pecados y te limpie de toda maldad. Deja que él sane tu vida y te de libertad. Deja que él rompa tus cadenas y forje para ti una nueva vida con él a tu lado. Deja que él camine junto a ti, déjate guiar por quien te ama al punto de dar su vida para que tú vivas.
"—¿Quién eres, señor? —preguntó Saulo.
—YO SOY JESÚS."
Este día dejas de llamarte Saulo, este día dejas de ser quien huye de él, dejas de ser quien lo odio, dejas de ser quien no le cree. Este día deja que todo cambie como jamás lo imaginaste y conoce a Tu Salvador.
En el inalterable amor de Cristo,
Leticia Alarcón
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