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Maritza Hernández

Cuidando nuestro corazón



¿Cuidas tu corazón? ¿Cómo está hoy… gozoso, triste, endurecido, quebrantado, con esperanza? ¿A quién recurres para sanarlo?

¿Estás luchando con un corazón que guarda resentimientos, frustración, amargura, falta de perdón o mala voluntad hacia otra persona? ¿Sientes que nada tiene sentido? No calles tu corazón si está herido, no permitas que la desolación lo opaque, lo endurezca. Ser conscientes de las heridas que no han sanado es necesario, si las relegamos pueden causar más daño. ¡Las heridas deben motivarnos a buscar ayuda para curarnos, para sanarnos!

Si la pena, el dolor, la culpa o angustia te hacen sentir que todo se ha ennegrecido, ha perdido propósito, que estás en una batalla constante; no permitas que esto penetre en lo profundo de tu corazón y lo quebrante. Los corazones heridos, endurecidos, adoloridos, son los más difíciles de ayudar. No permiten fácilmente que sus heridas sean visibles, que se exponga su vulnerabilidad, amenazan a la defensiva si intentas rescatarlos sin ternura y amor. ¿Y quién mejor que aquél que ha mostrado un amor inigualable para ayudarnos?

¡Clama a Dios, ruega por Su gracia, conéctate con tu Padre Celestial, conócelo y aprende a restaurar tu corazón a través de Él!!

“El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; El rescata a los de espíritu destrozado.” Salmos 34:18

No descuides tu corazón, préstale atención; no escondas tu pena, tu tristeza; permite que los que te aman sean solidarios contigo. Si por esquivar el dolor nos empeñamos en bloquear lo que está ocurriendo en nosotros mismos, entonces empezamos a desconocer nuestras emociones, perdemos interés; callamos nuestra pena, fingimos que pasa desapercibida; nos volvemos indiferentes, amargados, de duro corazón.

“Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.”

Proverbios 4:23

¡Si sólo tuviéramos ganas de escuchar a Dios! Y tuviéramos gratitud por Su constante amor; sensibilidad para reconocer lo que ha hecho por nosotros; ojos para ver las maravillas que nos regala en la naturaleza día con día! Cuando buscas aprender cómo es Dios, un mundo completamente nuevo se abre, empiezas a tomar consciencia de Su amor, abrigo y esperanza; a enfocar tus sentidos hacia algo más profundo. Comienzas a percibir bendiciones de las que antes no eras consciente.

Esta nueva cultura de buscar obstinadamente “placer inmediato” y evitar el dolor, nos ha hecho olvidar del primer, inigualable y más grande recurso que tenemos: DIOS. Tememos, nos entristecemos, nos preocupamos, miramos a nuestro alrededor adoloridos ¡pero no somos capaces de buscar a Dios, de percibir el amor que Dios nos regala día con día! No puedes amar sin dar. Dios te da vida, esperanza y transformación; Su amor es de perdón, nos abriga con su cuidado, consuelo y protección.

¿Qué tal si buscas al médico por excelencia, al experto en consolar y en restaurar? ¿Qué tal si permites que te abrigue con amor y sane tu corazón, tus heridas? ¡Aprende a esperar su respuesta! Mientras lo haces, Dios está trabajando sosteniéndote, bendiciéndote, preparando la puerta de salida de ese lugar de tristeza y dolor. ¡Recuerda que Dios tiene el tiempo perfecto!

Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo” Eclesiastés 3.1

Con cariño,

Maritza Hernández



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