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Cristo me fortalece


Con deudas, un hijo maltratado física y verbalmente en su escuela, una iglesia que nos dio la espalda, decepciones; nada parecía estar peor cuando mi esposo me llama y me dice " acaban de despedirme" Wow! Qué más faltaba? Esa vez puse mis alabanzas y justo era una que dice "Dios sabe lo que hace".

Eran tiempos difíciles pues mi hijo había pasado por un momento muy difícil en su corta edad, el colegio al que ingresó fue agredido física y emocionalmente, cuando lo metimos nos salimos de su presupuesto pero lo hicimos confiando en que él estaría bien, personas con las que creíamos que contábamos se habían ido, ahora teníamos que ver qué hacer mientras encontraba trabajo.

Los días pasaban, mis fuerzas se agotaban y la poca liquidación de mi marido también, así que tuvimos que tomar una difícil decisión. Hablamos con la persona que nos rentaba y le dijimos que si al 14 mi marido no encontraba trabajo, entregaríamos la casa para no deberle nada. Recuerdo muy bien que nuestro grupo de Portadores estuvo orando , había días que lloraba pensando qué haríamos sin casa, la opción de irnos con mi mamá - aunque lo propuso con mucho amor -, no era sencilla con dos hijos pequeños; perderíamos todos los bienes materiales en pocas palabras, pues al no tener casa tendríamos que vender todo... Hasta que un día en mi casa, a solas con Dios. llorando sin más no poder me puse de rodillas y le dije:

"Todo es tuyo, todo nos ha sido dado por ti: la casa, los muebles, la camioneta, el trabajo, todos nuestros bienes son tuyos, y si es hora de dejarlos ir, estoy preparada, pues sé que no nos dejarás; lo que tú nos pidas de vuelta te lo regresamos con amor ".

Recordé el pasaje cuando Job pierde todo, aunque por gracia aún tenía a mis hijos y esposo, recuerdo bien la paz que sentí al entregar todo en sus manos.

Faltaban dos días para avisar que sí nos iríamos ya que no encontraba trabajo, y con lo que yo ganaba no sería suficiente para poder pagar renta y todos los gastos. A pesar de tantas entrevistas y CV's enviados no había nada. ¡Cuando al siguiente día mi esposo recibe una llamada en donde le avisaban que podía ir a llevar todos sus documentos para ser contratado!

Sí, un día antes, Dios lo había hecho una vez más. Ya no tendríamos que salirnos de casa ni vender nada, nuestros hijos podían seguir contando con un techo y un sustento principal. ¡¡Dios lo hizo!!

¿Cuántas veces nos hemos sentido rotas, vacías , ansiosas y sin fuerzas ? Yo puedo decir que un gran número de veces. Hay días que sentimos que ya no podemos más, que ya no puede mejorar nuestra vida, tratamos de esforzarnos y ser fuertes porque la sociedad en muchas ocasiones nos lo exige y creemos erróneamente que esa fuerza viene de una misma, pero es entonces cuando quedamos rendidas y sin fuerzas por haber querido luchar solas. Así que en la lona, agotadas y rendidas, con la mirada hacia el cielo, Dios nos toma, nos abraza y levanta; ahí podemos sentir su perfecto amor inagotable.

Sí, nuestro Buen Padre no permite que quedemos caídas para siempre, podemos experimentar está hermosa promesa

"Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo." Juan 16:33

¿Puedes darte cuenta? Cuando me rendí... Dios actuó. No podía pelear sola mi batalla, Él la peleó por mí, por mi esposo y mi familia; y lo mejor de todo, es que aprendí. En el mundo tendremos muchas aflicciones, Jesús mismo las experimentó. Si sabemos quién es Él, podemos descansar confiadas en que toda tristeza, toda preocupación o angustia, él las vencerá.

Porque nunca será en nuestras fuerzas... Siempre será Cristo el que nos fortalece. Así que la próxima vez que sientas que ya no puedes más cambia tu mirada y enfoque, ve a quien sí puede y quien siempre estará contigo. Y dilo confiada:

"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" Filipenses 4:13

Con amor, Sylvia Idabell.

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