"Dios es tan tierno como un padre con sus hijos" Salmo 103:13
No importa cuán lejos te vayas.
No importa lo malo que hayas hecho.
No importa cuánto enojo tengas.
La verdad, no importa nada. Lo único que importa es que regreses a casa.
Creí haberme ido tan lejos de Él porque mi enojo era tanto que lo culpé a Él. Así que cerré mi corazón y mis oídos a su voz... Y me fui. Estuve años distanciada de él, y lo cierto es que la tristeza y el dolor no se fueron, sino que aumentaron. Minaron mi vida, mi forma de pensar, de sentir y de actuar. La esperanza estaba desvaneciéndose... y entonces oí su voz otra vez.
Tierna, dulce, amorosa... Él nunca se fue. Su bondad y su amor me persiguieron todo el tiempo, tal como lo dice el Salmo 23:6, yo lo viví! Lo había perdido todo y Él levantó mi vista, me abrazó, todo lo perdonó y yo por fin regresé a casa, regresé al amado de mi alma.
¡Conozco su ternura! ¡Conozco su bondad! A partir de ese día mi vida volvió a cambiar, Él no sólo me perdonó. Dios me sanó, me restauró y todo lo restituyó... Sí. Todo lo restituyó. Restauró mi vida, mi familia, mi trabajo, mi casa, TODO. Me sacó de la oscuridad y me llevó a Su luz, e hizo que mi vida brillará nuevamente. Hoy me despierto cada mañana llena de esperanza, y siempre digo las mismas palabras:
"Hola Padre, buenos días."
Él es mi primer pensamientos y el último antes de irme a dormir. Él le da sentido a todo, y por él doy gracias por todo y en todo, y todo lo que hago, lo hago para Él. Sin importar nada de mi pasado me ha regalado un presente lleno de su amor y un futuro lleno de esperanza. Él ha sido tan amable y tan tierno conmigo y con mi familia.
Y quiere serlo contigo también... ¿Y si regresas a casa?
Gracias por existir, con el más profundo amor...
Leticia Alarcón